viernes, 25 de julio de 2008

Resiliencia en el contexto de la pobreza.



CARACTERISTICAS PSICOLOGICAS DE UNA PERSONA RESILIENTE EN EL CONTEXTO DE LA POBREZA


En el año 1997, el Departamento de Economía de la Universidad de Chile realizó un estudio, del cual se reflexionó al respecto lo siguiente.

1.- La mayoría de las personas resilientes presenta una buena autoimagen y una alta
valoración de sí mismos; presentarían además, sentimientos de autoeficacia; una actitud
cooperadora y segura; son imaginativos y exitosos, poseen buenas relaciones
interpersonales y al interior de su familia.

2.- Alta disposición al trabajo.

3.- Alta motivación de logro.

4.- Gran capacidad para resolver problemas, persistencia y esfuerzo.

5.- Actitud esperanzadora.

6.- La gran mayoría tiene un objetivo, sentido de plan que guíe sus vidas.

7.- Por último, se perciben con importantes recursos psicológicos para enfrentar y mejorar sus condiciones de vida.

De esta forma, se puede apreciar a la luz de estos antecedentes, que la pobreza no es sinónimo de limitación personal, dado que las personas que sufren de indigencia, serían capaces de desarrollar la resiliencia. Considerando que todo ser humano cuenta con potencial de recursos latentes y / o manifiestos para vivir y desarrollare aún en la adversidad.
El problema, por lo tanto, estaría a nivel de:

· Falta de oportunidades.
· Falta de redes de apoyo, más allá de su vínculo cercano.


Lo anterior es congruente con lo planteado por la orientación humanista, a través del “optimismo antropológico”, que plantea que aún en circunstancias precarias y restringidas, el ser humano tendría un grado de libertad para elegir y hacerse responsable de sí mismo y parcialmente responsable por los otros y el entorno. Por lo tanto, desde esa mirada, el ser humano sería un ser autónomo y al mismo tiempo independiente; produciéndose equilibrios cambiantes entre estos dos aspectos en tensión. En este sentido, se puede mencionar a Carl Rogers cuando enfatiza que el hombre posee una tendencia innata e inconsciente a la autorrealización, que puede ser obstaculizada pero no destruida.


De esta forma, las estrategias psicosociales destinadas al desarrollo del individuo, la familia y la comunidad deben ir en paralelo y simultáneamente a los cambios culturales y socioeconómicos, con el objeto de facilitar el contexto en el cual se sitúan las personas que viven en la pobreza.

Por lo tanto, es necesario trabajar a dos niveles; por un lado, concentrando esfuerzos por ayudar a los niños (as) y a las familias y, por otro, concentrando esfuerzos para eliminar la pobreza.


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