Con un lenguaje muy peculiar y con una filosofía de la educación absolutamente renovadora propuso que una educación de adultos y "jóvenes" tenía que estar fundamentada en la conciencia de la realidad cotidiana vivida por la población y jamás reducirla a simples conocimientos de letras, palabras y frases, que se conviertiera en el trabajo educativo en una acción para la democracia, en resumen, una educación que estimulase la colaboración, la decisión, la participación y la responsabilidad social y política.
Freire entendió la categoría del saber como lo aprendido existencialmente por el conocimiento vivido de sus problemas y los de su comunidad.
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