

Autoestima y autoconcepto.
La autoestima se define como:
“La apreciación que el niño (a) va haciendo de sí mismo, que con los años tiende a mantenerse en forma más o menos constante y que debería integrar un autopercepción realista que incluye los aspectos potentes y más débiles de sí mismos”
( Bertrán, Noemí, Romero, p. 12, 1998).
Estas percepciones que el niño (a) va haciendo provienen de la retroalimentación entregada de forma constante por el medio y las experiencias que, los cuales son vínculos afectivos significativos para él o ella. Estos niños suelen responder adecuadamente frente a los problemas cotidianos, son más bien flexibles y sociables, predominancia de lo racional, buena capacidad de auto control y autonomía.
En cuanto a lo familiar, no han sufrido separaciones o pérdidas tempranas y han vivido en condiciones económicas y familiares relativamente estables presentando con frecuencia características de personalidad o habilidades.
Niños (as) que tienen un alto grado de resiliencia al cual se vincula a una elevada autoestima y buen autoconcepto presentan características particulares, tales como:
· Motivación de logro.
· Mayores actitudes de acercamiento a situaciones y personas nuevas.
· Autosuficiencia.
· Actitud dirigida a la resolución de problemas.
· Menor evitación de los problemas.
· Menor fatalismo frente a situaciones difíciles.
· En cuanto a temperamento, muestran un humor básico positivo.
· Coeficiente Intelectual (CI) verbal y matemático normal a mayor.
· Adecuada autoestima.
· Mayor capacidad de enfrentar constructivamente la competencia y aprender de los propios errores.
· Mejores y más eficaces estilos de afrontamiento.
· Capacidad de recurrir al apoyo de los adultos cuando sea necesario.
· Actitud orientadora hacia el futuro.
· Optimismo y mayor tendencia a manifestar sentimientos de esperanza.
· Capacidad empática.
· Accesibilidad.
Estos rasgos y habilidades pueden verse reforzados por la influencia positiva del medio familiar y el apoyo de otros adultos significativos en la vida del niño. Los niños resilientes suelen vivir en un clima educacional abierto y con límites claros; cuentan con modelos sociales que motivan el enfrentamiento constructivo, comparten responsabilidades socales y se ven estimulados por la existencia de experiencias de logros realistas por parte de los adultos.
Un niño (a) que posee una autoestima positiva se sienten querible, valioso, capaz, se acepta así mismo, es confiado y gusta de la proximidad afectiva, entre otras cosas. Por otro lado, puede adquirir e ir utilizando habilidades y estrategias para enfrentar situaciones difíciles.
El auto concepto (conformado por percepciones de sí mismo) y la autoestima determinan la forma cómo el niño (a) se va sobreponiendo y probando en el momento de enfrentar las dificultades y las crisis.
Un niño (a) que se encuentra en una situación crítica o conflictiva ya se considera que presenta un grado de vulnerabilidad, dado que aún no tiene una identidad integrada a su núcleo interno, totalmente.
Si este niño (a) es poseedor (a) de una autoestima positiva y puede desplegar estrategias aprendidas que obedecen a un impulso, las cuales le permiten realizar acciones – que incluso, pueden ser insólitas – para sobre ponerse y pasar ese conflicto.
Y, en ese momento, es donde debe disponer de algún adulto que lo quiere, respeta y ayuda a tolerar más esta situación.
La ayuda que proviene del adulto no debe menospreciar las acciones ejercidas por el niño (a) ya que en una próxima situación éste (a) aprenderá a quedarse pasivo y no pedirá ayuda.
Es el caso, de niños (as) que frente a una adversidad constante reaccionan de manera desafiante y agresiva sumada a la inseguridad y ánimo depresivo.
Esta es la razón por lo cual se requiere de un adulto con el cual logre una relación interaccional significativa, con el que establezca un vínculo sólido y confiable, que lo acompañe.
Fuerza intrapsíquica, capacidad de mirarse, expectativas y valoración de logro, sentirse capaz de aprender, sentimiento de competencia, estrategias de afrontamiento adecuadas frente a situaciones difíciles, iniciativa, confianza en sí mismo y que puede confiar en que podrá sobreponerse y recuperarse de una crisis.
Todas ellas, son algunas de las capacidades que el niño (a) deberá desarrollar para llegar a ser un adulto resiliente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario